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El amor como juego

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Las paradojas nos rodean. Me he dado cuenta que el tiempo es el gran maestro del poder. Pero el tiempo también es el gran maestro de la decadencia. Con esto quiero decir que el tiempo, si lo trabajamos, y si lo aprovechamos, nos hace sabios, nos hace fuertes, nos hace ricos, nos hace famosos, nos hace amar y tener amantes… pero también  nos destruye porque el paso del tiempo es un camino directo hacia la muerte y hacia nuestra destrucción como seres biológicos. Aunque se crea lo contrario, la biología no tienen por que ser sinónimo de mortalidad. Lo demuestran criaturas potencialmente inmortales como la hidra de agua y otros seres que existen y son capaces de regenerar completamente su cuerpo mediante su potente ADN inmortal. Pero los mamíferos son perecederos. Los hombres somos también perecederos, pero hay una fuerte inercia evolutiva que nos hace vivir cada vez más años. En los australopitecos, especie de la que venimos evolutivamente, los 30 años eran ya la edad de la vejez. En el homo sapiens, la vejez se retrasa al menos hasta los 50 años (edad de la menopausia de las mujeres). La biología es todo lo que somos y nuestro destino es marcado por la biología. También hay una poderosa biología implicada en el amor. Somos pobres diablos en manos del dios de la biología. El amor fue lo que nos dieron los dioses a cambio de nuestra inmortalidad. No sé si hicimos un buen negocio… pero sí sé que casi todo el que merece llamarse hombre o mujer cree que el amor es lo más importante de la vida.

El juego de la vida y el juego del amor

Verdaderamente las criaturas inmortales no necesitan evolucionar, porque ya tienen toda lo que necesitan dentro de ellos: tiempo. Pero si somos más imperfectos, si somos perecederos, no hay forma ni humana ni divina de combinar la inmortalidad con la evolución. Y es que la evolución se basa en la vida, en la muerte, en la guerra por el nicho, en el juego… Evidentemente la guerra de la evolución no es compatible con la eternidad. Y el amor es un protagonista fundamental en la guerra de la evolución, porque mediante el amor se recombinan las genéticas lo que contribuye a la evolución de la especie.

Y tanto la evolución como el amor toman la forma de juego. Verdaderamente el fútbol es un juego, y eso significa que si el defensa del Milán no hubiese tocado el balón con la mano dentro del área, la final de la Copa de Europa habría tenido un resultado completamente distinto. Y el amor es un juego, y eso significa que si a nosotros no nos hubiese dado por ir a esa tienda de “veinte duros” en donde nos encontremos con esa chica tan especial… nuestra vida entera podría haber sido completamente distinta, y no hubiésemos salido con esa chica, luego no nos hubiésemos casado con ella, luego no hubiésemos tenido hijos con ella… y al final no hubiésemos envejecido juntos después de toda una vida el uno en los brazos del otro. El amor es juego, y el juego tiene unas fases, unas reglas, un resultado… Para terminar este artículo hacemos una pequeña lista de las partes que tiene el amor como juego.

Las partes del juego del amor

1. El inicio del juego. El inicio del juego del amor puede adquirir distintas formas: ese día en el que acudimos a un curso del paro; ese otro día en donde quedemos con nuestros amigos y ellos nos presentaron a una nueva amiga; aquél día en el que decidimos ir al cine solos y nos sentemos por casualidad al lado de una chica que estaba acompañada de su hermano; ese otro día en donde nos apuntemos a clases de literatura y conocimos a una chica con la que enseguida conectemos; ese otro día en el que fuimos al trabajo y allí terminemos hablando con una chica a la que nunca antes habíamos visto… Así comienza el juego del amor, por mera casualidad, aunque ya digo que las casualidades se buscan.

2. El ritmo de juego. El juego del amor tiene su ritmo propio, y este ritmo variará de una historia amorosa a otra. A veces todo transcurre muy rápido, y conocemos a la chica, nos enamoramos de ella, y rompemos… todo ello en el plazo de una semana. Esta habría sido una historia de amor con un ritmo muy rápido y con un desenlace muy rápido. Otras veces la historia de amor transcurre más lento: conocemos a una chica o a un chico, y vamos conociéndola más en profundidad, quedando con ella y con nuestros amigos, vamos poco a poco dándonos cuenta que encajamos, que somos compatibles que tenemos muchas cosas en común… Y así, a lo mejor el ritmo se va estirando sin que pase nada, quizás por que no nos atrevemos a dar el salto, o por que creemos que ella no está interesada… Pero con el tiempo, a lo mejor ella se muestra más sumisa y predispuesta que al principio, y al final empezamos a salir con ella, y seguimos hiendo poco apoco por miedo a cagarla, y salimos pero la cosa parece no avanzar… Y al final, a lo mejor un día lo vemos más fácil y ya la besamos y empezamos a salir como novios… Y así, en esta fase a lo mejor nos pasamos muchos meses, y luego años… y tenemos una de esas típicas “novias de toda la vida” y uno de esos típicos noviazgos que parecen eternamente de adolescentes… Hasta que al final ella nos propone qué nos vallamos a vivir juntos y nosotros vemos cómo esa relación sí había estado evolucionando a su propio ritmo, lo que pasa es que lo hizo muy lentamente…

El amor como juego

3. Las reglas del juego. El amor y la seducción tienen una serie de reglas no escritas… aunque en este blog hemos escrito mucho de esas reglas. ¿Debemos intentar ligar con mujeres por la calle? ¿Podemos invitar a una amiga nuestra a quedar? ¿Cómo debemos de proceder en las citas con amigas? ¿Debemos de esperar para tener sexo; o pedírselo lo antes posible? ¿Debemos de estar mucho tiempo conociéndonos, o intentar el “asalto” a ella lo antes posible? ¿Debemos de irnos a vivir juntos pronto; o es mejor que cada uno tenga “su espacio” para que no se rompa la magia? ¿Debemos de seguir saliendo con amigos; o renunciar a los amigos y salir nosotros solos? ¿Cómo nos comportamos cuando conocemos a una chica que nos gusta? ¿Cómo hacemos pasar a esa chica que nos gusta de amiga a amante? ¿De qué hablamos, y qué temas de conversación son los más adecuados? ¿Cuales son las formas de hacerlo bien con una chica; y cuales son las formas de cagarla con una chica…? Esto solo son preguntas, porque las reglas del juego amoroso son tan complejas que sólo podemos plantear la situación. Comúnmente los tímidos y las personas sin experiencia social son muy malos con las reglas del juego, y por eso mismo la cagan cada 2*3… Y ellos a veces renuncian a seguir jugando… No es eso lo que deben de hacer: al revés, deben de jugar hasta que vallan aprendiendo las reglas del juego amoroso.

4. Los protagonistas del juego. Al menos, es evidente que en un juego amoroso debe de haber un chico y una chica (por supuesto que existen relaciones homosexuales, pero en este blog no hemos tratado de las especificidades de las relaciones homosexuales). Pero también hay otros muchos actores y protagonistas en nuestro juego: los amigos de ella que nos intentan separar de ella: nuestros amigos que nos ayudan a conquistarla estando ahí para si los necesitamos; una tercera persona que también aspira a conquistar el corazón de ella… Aunque por supuesto, ella y nosotros somos los protagonistas más importantes de nuestro juego amoroso. Aunque las terceras personas son muy importantes, recuerdo yo por ejemplo que hace un par de años, un amigo me invitó a ir a unas conferencias de política… y allí conocí a alguna chica con la que pude tener alguna historia… O sea, que no hay que infravalorar la importancia de terceras personas, porque las terceras personas nos ponen a veces el camino hacia el amor más fácil o más difícil.

5. Las fases del juego. El juego del amor tiene distintas fases: el conocerse, el empezar a salir, el no ser capaz de pasar de amigos a algo más… Todo empieza con el encontrarse y con el conocerse.

6. La estrategia del juego. En todo juego hay una estrategia, unas más ofensivas, otras más defensivas… Tenemos que intentar ganar el juego mediante el uso de una estrategia que nos valla bien a nosotros.

7. El desenlace del juego. Y al final todo acaba. A veces apenas podemos siquiera seguir conociendo a la chica que nos gustó, y tan pronto como empieza el juego, acaba, sin que haya apenas nada de amor. A veces ella simplemente nos rechaza o nos pone las cosas tan difíciles que ya no podemos seguir jugando. Otras veces podemos jugar durante un tiempo más, pero ella desaparece, porque a lo mejor se va a otra ciudad o no la interesa seguir conociéndonos. Y otras veces, podemos seguir jugando durante más tiempo, y ahí sí tenemos más oportunidades de avanzar en el juego con la chica. Y al final, se da uno de los muchos desenlaces posibles: terminamos como novios; salimos unos días pero vemos que no somos compatibles; decidimos que sólo seremos amigos porque no nos llamamos para nada más; terminamos en una de esas típicas relaciones amigo-amiga en donde él quiere y ella no está muy dispuesta por lo que nos toca insistir; terminamos viviendo juntos y comprometidos en una relación a largo plazo; terminamos siendo el uno el juguete sexual del otro en una relación de “solo sexo y poco más…”. El juego acaba con la separación. Ha veces el juego dura tanto, que la separación se produce cuando ambos son viejecitos, debido a que uno de los dos muere. Otras veces el juego dura muy poco, y tras alguna semana de tonteo y sin llegar a nada más, nos enfadamos al final y nos vamos cada uno por nuestro lado y no nos volvemos a ver… Pero lo importante si nos pasa esto último, es volver a jugar y no creer que por que nos haya salido una partida mal, ya las demás van a salirnos mal también.

Conclusión sobre el amor como juego

Podemos comparar el amor con un juego en un partido de fútbol: en el fútbol hay un inicio; en el amor también. En el fútbol hay momentos de “ofensiva”; en el amor también. En el fútbol hay momentos de esperar; en el amor también. En el fútbol hay penalizaciones; en el amor también. En el fútbol hay estrategias más ofensivas y otras más defensivas; en el amor también. En el fútbol a veces se gana y a veces se pierde; en el amor también. En el fútbol puedes perder, pero no puedes ganar si no juegas; en el amor también. Por supuesto que también hay cosas muy distintas en el juego del amor que en el juego del fútbol, por ejemplo, el ritmo del juego del amor es muy distinto y suele ser muy irregular, variando entre una historia amorosa y otra. En el fútbol siempre son 90 minutos y como mucho hay una prórroga y nos penaltis. De cualquier forma, es hora de desmitificar el amor y ver que en el fondo sólo es un juego, que tú decides iniciar pero que nunca sabes cómo va a acabar…

Para saberlo todo sobre el amor como juego, aconsejamos nuestro ebook Los Pilares de la Seducción


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